miércoles, 30 de mayo de 2007

ASÍ CÓMO CHIVAS...

Esta vez no me extrañan las declaraciones ni los análisis televisivos. No se me hace raro que los comentaristas de una y otra televisora le den el espaldarazo a un arbitro que pitó vergonzosamente el segundo encuentro de la semifinal entre los archírivales. No me extraña que en el Ajusco y en San Ángel se regocijen porque las circunstancias les proveyeron un cartel ad hoc, para alimentar una rivalidad artificial que ellos mismos generaron el año pasado, acerca de cuál de ambos equipos era el mejor de México, si los Tuzos o la Águilas. No me sorprende que se diga que la expulsión fue por un codazo, porque eso es lo que hace pensar una toma, y no se analice: 1) que el árbitro no tenía ese ángulo, 2) que en la otra toma de que disponen con su tan cacareada tecnología, jamás se ve el movimiento del codo hacia atrás de Pineda y 3) lo más evidente, que Santiago Fernández jamás se lleva la mano a la cara como cualquiera que sufre o quiere hacer creer que sufrió un codazo, sino al estómago, donde sí pasaron los tachones izquierdos del jugador expulsado. De toda esa información disponían y también del tiempo suficiente para preguntarle al silbante qué marco, o ver la cédula arbitral a través de algunos de los muchos elementos con que cuentan ambas empresas, pero era más fácil analizar sólo una toma que por distante no arroja con claridad ninguna evidencia.

Lo verdaderamente importante no es la expulsión de Gonzalo, que de todas forma si era, sino la posibilidad de que el árbitro marque algo, lo que sea, y después, discrecionalmente, lo tipifique como sanción de acuerdo a lo que las tomas de la televisión sugieren, de tal suerte que se escudaría tras las versiones de los comentaristas que fungirían como su jurado, justificando de esta manera su falta de profesionalismo y atención en la jugadas e incluso atentando contra su propio trabajo. Las televisoras no pueden ser tribunales de nada, y menos, si son dueñas de los equipos que compiten.

Pero esta vez, la torpeza arbitral no podemos convertirla en consigna, ni convertir en duda si evidente mediocridad. Esta vez no hay cómo concederles a los escépticos de siempre ni siquiera la duda razonable a sus eternas y muchas veces seductoras teorías del complot. Esta vez no hay cómo citar a Maquiavelo en la narración de una conspiración innecesaria.

Y es que cómo hacerlo, Chivas. Cómo invocar los millones de dólares que le pudo haber transferido Azcárraga a Gasso si el propio Vergara ha mostrado un perfil bastante más conspiratorio y viseral, que recuerda los tiempos más prolíficos de Tele Sistema Mexicano cuando Emilio padre socorría y alimentaba los más terribles ultrajes de Echeverría a través de sus frecuencias, a cambio de exenciones fiscales y otras concesiones, como se puede suponer que ahora sucede con Jorgito y Felipillo. Cómo comparar ese colmillo con los dientes de leche de Emilio Jr. Cómo creer en Vergara si en lugar de pagarle lo que se merece al mejor portero de México, opta por regalar millones en sobres de Omnilife que literalmente se van por el escusado, o miles de playeras que nadie quiso en la tribuna o cientos de desplegados y apuestas que ya nadie secunda. Cómo extrañar a Oswaldo si el dinero que efectivamente se merecía, pero que no necesitaba, pudo más que lo que se merecía su público de él, que lo aguantó 10 años sin reprocharle nada, sólo para verlo como campeón. Cómo esperar el bicampeonato si el Bofo se olvidó del coraje, de “My Angel” y del par de huevos en el desayuno. Cómo aspirar a la cima, si el peor adversario te manda a la lona tres veces y sin contestación, en el mismo round. Cómo... si el capo cañonieri no arriesgo una sola vez el físico como lo hizo en cada uno de los once goles que lo llevaron al título de goleo. Cómo... si el “venado” corría como “mula” de Tres Marías. Cómo... si se usa de lateral a uno de los mejores extremos derechos de privilegiada zurda natural como lo es la de Ramoncito, facilitando la chamba otra vez a un gringo Castro-so, como en Coréa-Japón. Cómo... si la ecuanimidad que le permitió anotar aquellos soberbios penales en la Confederaciones y en la Concacaf, abandonó a Pineda. Cómo... si del chorro de coraje, deseos y autoestima que los llevó a levantar la Once hace seis meses, nomás les quedó un chisguete.

Así cómo, Chivas... Así no se puede ganar y, con ello, disfrazar la depresión, la carencia y la histeria colectivas, y motivar la enjundia de gran parte de los mexicanos, como las once veces de ayer. Así no se puede ni arderse ni acusar ni despotricar contra nadie, sólo contra la propia impotencia de no haber jugado a la altura de lo que demanda un rival, una historia y una camiseta rayada.

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